miércoles, 1 de junio de 2011

MÓDULO I GENERALIDADES.

1. CONCEPTO DE PRIMEROS AUXILIOS.

Los primeros auxilios, son medidas terapéuticas urgentes que se aplican a las víctimas de accidentes o enfermedades repentinas hasta disponer de tratamiento especializado. El propósito de los primeros auxilios es aliviar el dolor y la ansiedad del herido o enfermo y evitar el agravamiento de su estado. En casos extremos son necesarios para evitar la muerte hasta que se consigue asistencia médica. Los primeros auxilios varían según las necesidades de la víctima y según los conocimientos del socorrista. Saber lo que no se debe hacer es tan importante como saber qué hacer, porque una medida terapéutica mal aplicada puede producir complicaciones graves.



2. PRINCIPIOS DE ACTUACIÓN  EN PRIMEROS AUXILIOS.                                                        Principios Básicos: Todo socorrista en sus actuaciones debe conocer y aplicar siempre en este orden los siguientes principios básicos: 
1º Proteger: En primer lugar, a él mismo y después a la víctima. Podemos evitar nuevos accidentes, si señalizamos el lugar del accidente. SÓLO si hay peligro para el accidentado se le desplazará, manteniendo recto el eje cabeza-cuello-tronco. 
Avisar: Es decir dar el SOS, indicando: el número y estado aparente de los heridos, si existen factores que pueden agravar el accidente (caídas de postes eléctricos) y el lugar exacto donde se ha producido el accidente. Saber que de la información que nosotros demos, va a depender tanto la cantidad como la calidad de medios humanos y materiales, que allí nos lleguen.
Socorrer: Esta es la finalidad principal de los primeros auxilios, pero para hacerlo correctamente previamente hace falta realizar la evaluación del herido.                                      

Principios Generales.                                                                                                                                 

  • Estar tranquilo, pero actuar rápidamente: Con tranquilidad se da confianza a la víctima y a aquellos que se encuentren cerca. Los testigos suelen tener miedo, con frecuencia pánico o están sobreexcitados. El auxiliador ha de dar ejemplo mostrando su tranquilidad.

  • Hacer una composición de lugar: Cuando se llega al lugar del accidente no se debe comenzar a actuar curando al primer herido que se encuentre. Pueden haber otros heridos más graves y que, por tanto, necesiten atenderse en primer lugar. Hacer, pues, un rápido examen del lugar. Debe intentarse saber si existen heridos ocultos. Hay que darse cuenta también de las posibles fuentes de peligros que aún existan: amenaza de derrumbamiento, ruptura de canalizaciones de gas o de agua, fuego, etc.

  • Mover al herido con gran precaución: Jamás se cambiará de sitio al accidentado antes de cerciorarse de su estado y haberle proporcionado los primeros cuidados. Además, un herido grave, no debe ser movilizado excepto por estas tres razones:

·         Para poderle aplicar los primeros auxilios

·         Evitar el agravamiento de sus heridas

·         Protegerle de un nuevo accidente

  • Examinar bien al herido: Investigar si respira, si tiene pulso, si está consciente, si sangra, si tiene una fractura, si presenta quemaduras, si ha perdido el conocimiento. Estar bien seguros de no haber dejado escapar nada.

  • No hacer más que lo indispensable: Si se intentan hacer demasiadas cosas, se retrasará el traslado de la víctima. El papel del auxiliador no es el de reemplazar a los servicios sanitarios, sino que se ha de limitar a proporcionar aquellas medidas estrictamente necesarias para un correcto transporte del herido.

  • Mantener al herido caliente: Evitar, no obstante, un calor excesivo, manteniéndole a una agradable temperatura. Si hace frío, todo el cuerpo debe ser calentado; para ello lo mejor será envolverlo en una manta.

  • No dar jamás de beber a una persona inconsciente: En este estado no podrá tragar y existirá peligro de ahogarla al penetrar el líquido en las vías aéreas. Si la víctima conserva la conciencia y no presenta una herida profunda en el vientre, se le puede dar de beber, lentamente, y solo a pequeños sorbos. No darle alcohol, es preferible café o té caliente, sobre todo si hace frío.

  • Tranquilizar a la víctima: El accidentado tiene miedo. Hay que hablarle ya que está angustiado; el curso de su vida se ha visto truncado bruscamente y padece por los que le acompañan o por su familia. Hay que tranquilizarle, calmar sus temores y levantarle el ánimo. Hay que decirle que hay gente cerca que se ocupa de él, que los servicios de urgencias han sido avisados y que vendrán pronto. No se le debe dejar ver su herida.

  • No dejar nunca solo al accidentado: El estado del mismo puede gravarse en un corto espacio de tiempo.

3. TERMINOLOGÍA CLÍNICA: Antes de estudiar la forma de valorar el estado de un accidentado es necesario revisar una serie de conceptos que se van a repetir frecuentemente a lo largo de este curso. Estos son: signos, síntomas, pulso, tensión arterial, respiración y coloración del accidentado.                                                                       SIGNOS Y SÍNTOMAS

§  SÍNTOMA: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable solamente por el paciente. (P.ej., el dolor).

§  SIGNO: Manifestación de una alteración orgánica o funcional apreciable tanto por el paciente como por un observador. (P.ej., convulsiones, deformación de un miembro).  Esto es, los síntomas son subjetivos, mientras los signos son objetivos. Ambos nos van a proporcionar información sobre el estado del herido. Para conocer los síntomas es necesario recurrir al interrogatorio, mientras que para los signos usaremos la exploración, esto es, inspección y palpación. La inspección permite apreciar mediante la observación el estado general del herido, el color de su rostro, la deformidad de un miembro fracturado, la importancia de una quemadura, etc. Por la palpación podemos apreciar la frecuencia y regularidad del pulso, el dolor localizado en una contusión, etc. Finalmente, ciertos datos de exploración solamente podremos obtenerlos mediante el empleo de aparatos auxiliares, tales como el termómetro, para medir la temperatura, o el esfigmomanómetro, para la presión arterial.

§  LA RESPIRACIÓN: La frecuencia respiratoria normal es de 16 a 20 R.P.M. (se cuenta como una respiración la suma de inspiración y espiración). El aumento de dicha frecuencia, o taquipnea se produce de manera fisiológica tras el ejercicio o la excitación; igualmente, la permanencia en alturas considerables o en grandes profundidades acelera el ritmo respiratorio. La bradipnea, o disminución de la frecuencia respiratoria, se presenta fisiológicamente durante el sueño. Patológicamente lo hace en intoxicaciones por opio, barbitúricos, alcohol, ácido carbónico, ácido cianhídrico; el estado de shock, etc. La disnea es la dificultad para respirar. Desde el momento en el que la respiración deja de ser un reflejo inconsciente para convertirse en un acto consciente empieza la disnea. Dado que la respiración normal depende de muchos factores, son muchas también las posibles causas de disnea: la falta de oxígeno en el aire, la falta o escasez de hemoglobina en la sangre, la obstrucción de las vías respiratorias, etc.

§  PULSO, MANERA DE APRECIARLO Y DATOS QUE SUMINISTRA: El pulso es la trasmisión a todas las arterias del organismo del impulso cardíaco sistólico, esto es, durante la contracción del corazón. Por ello, puede ser apreciado en cualquier parte del cuerpo (Fig. 1) en que exista una arteria cerca de la superficie de la piel y, mejor aún, si descansa sobre el plano duro de un hueso. La arteria más utilizada para valorar el pulso es la radial, localizada en la parte externa de la cara anterior de la muñeca. También puede explorarse en la carótida, a ambos lados de la garganta. Otros puntos utilizados para valorar el pulso son las arterias temporales, sobre las sienes; la femoral, sobre las ingles y la poplítea, en el hueco de la cara posterior de la rodilla. Por la facilidad de su localización y por su importancia, al informarnos sobre la irrigación sanguínea cerebral, el pulso carotideo es el que debemos valorar en una situación de primeros auxilios. Éste se debe buscar a la altura de las arterias carótidas situadas superficialmente a ambos lados de la línea media del cuello. El auxiliador procederá de la siguiente forma:

Ø  Se colocará al lado de la víctima;

Ø  Situará los dedos índice y medio en la línea media del cuello (a la altura de la laringe), deslizándolos unos dos centímetros a uno de los lados;

Ø  Presionará con los dedos suavemente, intentando localizar el pulso.

Conviene señalar que NO se deben palpar ambas carótidas a la vez, puesto que si se interrumpe o dificulta el paso de sangre al cerebro, puede ponerse en peligro al herido .Aunque tres son las características del pulso, a saber, frecuencia, ritmo y amplitud; a nosotros nos interesa fundamentalmente la primera. La FRECUENCIA normal del pulso es muy variable en un adulto sano. En reposo suele ser de 60 a 80 pulsaciones por minuto, con variedades de hasta 44 en individuos robustos y entrenados (Miguel Indurain p.Ej.), y de 90 a 100 en sujetos más débiles o nerviosos, así como en los niños. El aumento de frecuencia se denomina taquicardia: de manera fisiológica se presenta tras el ejercicio, la excitación nerviosa o las comidas abundantes. De forma patológica la fiebre, shock traumático, hemorragias, infarto de miocardio, entre otras causas desencadenan la taquicardia.  El pulso lento se denomina bradicardia, fisiológico durante el sueño y en atletas en reposo. Si es muy lento (inferior a 40 lpm) debe hacernos pensar en una lesión cardiaca (sobre todo si el individuo sufre desvanecimiento o disnea) o cerebral (en los traumatismos craneoencefálicos).

§  COLORACIÓN DEL ROSTRO: Dentro de la normalidad existe una gran variación, de unos individuos a otros, en la coloración de la cara y de toda la piel del cuerpo. No obstante, en los estados patológicos, las alteraciones de la coloración, apreciadas con objetividad, pueden sernos muy útiles para el diagnóstico.

§  LA PALIDEZ: Hace sospechar de hemorragia interna (si es piel y mucosas), shock, lipotimia, sincope, frío o emoción (solo piel).

§  El ENROJECIMIENTO: Hace sospechar de intoxicación por CO u mal combustión.

ü  Desde ROJO OSCURO hasta AMORATADO indica insuficiencia de oxígeno en sangre.

ü  Desde el AMARILLENTO al VERDE OSCURO mal función del hígado o las vías biliares.

4. VALORACIÓN DEL ESTADO DEL ACCIDENTADO: VALORACIÓN PRIMARIA (EL ABC) Y VALORACIÓN SECUNDARIA.



  • VALORACIÓN PRIMARIA: El proceso de valoración consiste en la recogida de datos sobre el paciente que pueden ser de utilidad para facilitar la correcta actuación del auxiliador. Esta valoración ha de ser sistemática y precisa. Entendemos dos formas complementarias y consecutivas de valoración: la primaria y la secundaria. En una situación de urgencia, a pesar que la reacción instintiva de cualquier persona es emprender alguna acción, no se ha de caer en este error, pues la valoración primaria requiere pocos minutos y de su realización puede depender la vida del accidentado. La valoración primaria se inicia con la primera impresión que el auxiliador tiene al ver al herido, que se forma a partir de lo que vemos y oímos, seguida de la evaluación primaria propiamente dicha, que consiste en identificar problemas que amenazan la vida del individuo, resumidos en el ABC:

v  A.- AIRWAY ----------> Permeabilidad de las vías aéreas, necesaria para que el aire llegue a los pulmones.

v  B.- BREATHING -----> Existencia de respiración espontánea.

v  C.- CIRCULATION --> Existencia de latido cardiaco y ausencia de grandes hemorrágias.

La alteración de estos tres puntos se da en la parada cardiorespiratoria, que será tratada posteriormente.

5. BREVE LEGISLACIÓN SOBRE PRIMEROS AUXILIOS.


1. Omisión del deber de socorro. 
2. Omisión del deber de denunciar ciertos delitos.
3. Denegación de auxilio.
4. Daños causados por actos imprudentes.


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